Capitulo 10: Amistad.
Marzo 1999
Era viernes en la tarde. La cantidad de vehículos que transitaban por la vía multinombres (Autopista Duarte, John F. Kennedy, Expreso 5to. Centenario, Padre Castellanos ó 17, San Vicente de Paul) era inmensurable. Yo había tomado un ORMI (objeto rodante mal identificado) en la Lope de Vega esq. Kennedy, el cual iba tan lleno, que yo iba en la ventana del lado derecho al estilo Ace Ventura, es decir, con casi la mitad del cuerpo afuera. Luego de cruzar el elevado del Quinto, en el momento en el cual la radio del biónico comenzaba a tocar las gloriosas notas del Opus 47 de las sinfonías del celebre y afamado maestro José del Carmen Ramírez Lebrón, que se titula "Cachamba", alcance a ver a mi amigo Luis que iba caminando por la acera. A mi solo me quedaban 5 pesos, pero como era día 25, pensé: "Luis tiene que estar cobrao'", ya que el trabaja en el gobierno, por lo tanto no me importaba desmontarme. Le pedí al chofer del carro público, que por cierto era un viejo moreno sesentón al cual le faltaban el short stop y el primera base de su boca, portaba una gorra roja al estilo de las Von Dutch que decía "Balaguer vuelve por ti!" y un T-Shirt Camel de los que regalaron cuando el ciclón George, que me dejara donde el pudiese. El me dejó donde quiso, pero de todas maneras pude encontrarme con Luis y le grite:
- Loco en que tu andas por aquí?
- Aquí que no he podido cambiar este maldito cheque! -me respondió el.
Mierquina!!!!! Que cuadro mas bello: Dos palomos, cinco pesos y como nueve kilómetros para llegar a Los Minas! Comenzamos a caminar. Luis empezó a contarme sobre las "maromas" que había hecho para intentar el chequecito aquel y al mismo tiempo nos recreábamos mirando la exhibición de carros viejos o mejor dicho el "tapón" que había en la 17. Aprovechamos los cinco pesos para comprar dos "agüitas" y el mismo numero de "yaboas". Las aceras estaban llenas de decenas de peatones que esperaban sus respectivos medios de transporte y una jauría de dominican terriers perseguía a una pobre perrita la que estaba en sus días fértiles, y que casi llegó hasta el puente huyendo.
Ese día descubrí no solo que son muchos los disparates de los que uno puede hablar caminando nueve kilómetros, sino también que un momento con tu mejor amigo vale más que el cheque aquel mas los cinco pesos. Llegamos a nuestras respectivas casas sin ningún cansancio y quizás más rápido que muchos pasajeros que en aquel tapón interminable iban "pegaditos como anoche".
Etiquetas: Como Anoche
Lo Publiqué el jueves, 28 de junio de 2007 at 10:41 a. m..
Se han dicho como 11 cosas acerca de esto:
Si que tienes razon mi hermano, una vez desde la uni en la churchill me fui con un grupo de compañeros hablando disparate hasta el parque de la independencia, estuvo bueno tu diario de un peaton en el dia de hoy.
te cuidas
y palante
bye