R.E.L.

Como anoche (diaro de un peatón)

Lo publiqué el jueves, 5 de julio de 2007

Capítulo invitado by Fonsina



Tenía que ser un jueves de noviembre del año pasado, cuando aun vivía en mi natal ciudad de Santiago. Normalmente mi hermano y yo compartimos la vieja Chevette del ochenta y pico, un pequeño carrito que ya ha pasado por varias manos de nuestra familia hasta quedar los últimos vestigios de él en nuestras manos. Digo que tenía que ser jueves pues ese día regresaba de la universidad a casa como a las seis de la tarde por lo que le dejaba el auto a mi hermano que salía a las diez y tomaba mis dos conchitos para regresar a casa.


Salí de la universidad y tomé mi "M" como siempre (para los que no saben como funciona el sistema de transporte público en Santiago, se utilizan letras para designar las diferentes rutas de carros públicos, así, al ver la letra que el auto tiene estampada en el vidrio delantero o en las puertas, sabes automáticamente cual es la ruta de este). Los carros de la "M" transitan por la avenida Circunvalación y la Estrella Sadhalá, yo que salía de UTESA, cogí mi carrito que me dejó en Codetel (dígase, Ave. Estrella Sadhalá con Ave. Juan Pablo Duarte). Y de ahí me dispuse a coger en la misma esquina una "A" la cual recorría toda la Juan Pablo Duarte, se internaba en el barrio de Hoya del Caimito y salía para dejarme en la esquina del residencial donde vivía (El Dorado I).


Oscurecía y ya había un concho parado en la esquina esperando por sus pasajeros, así que me apresuré a montarlo y me acomodé en la parte trasera justo detrás del "chofe" esperando por mis tres compañeros de viaje. Luego de haberse llenado, el biónico partió hacia nuestro destino. Todo transcurría normal hasta llegar a la rotonda de donde el concho se dirigía hacia Hoya del Caimito, la rotonda era el punto donde se reunían varios "A" que acortaban sus rutas y solían devolverse de ahí con los pasajeros y no hacer el recorrido final de la 27 de febrero. De pronto vislumbramos un hombre alto y fuerte que con un bate en la mano le gritaba al chofer: "¡Párate ahí coño! Párate" Fue entonces cuando me di cuenta (¡Oh! Estúpida yo) de que era un biónico pirata. Pero más estúpido fue el chofer que redujo la marcha para tratar de explicarle al hombre (que seguro era de uno de esos del sindicato). El animal ese le profirió un batazo a la puerta del acompañante, ahí fue cuando el chofer reaccionó pisando el acelerador para salir a toda pastilla, pero ya era demasiado tarde: el hombre atinó a dar un último batazo que fue a dar al vidrio trasero el cual se quebró en mil pedazos yendo varios a acabar en nuestras cabezas. Tuve suerte ya que el golpe fue del lado contrario al mío por lo que salí ilesa pero las dos personas que iban de ese lado salieron con cortes menores a causa de los cristales.


El chofer, asustado al fin, salió sopletiao' pasándose de la entrada por la cual debía ir. La joven que iba a mi lado le gritó: -Chofe, dejeno, ¿Qué piensa hacer?- y dirigiéndose a mi me dijo- Dile que nos deje. Yo siempre lo digo, yo me tomo las cosas muy en calma o no me doy cuenta de la gravedad del asunto, pues ya me han pasado varias situaciones en las cuales no reacciono debiéndolo de hacer. Al final el chofer nos dejó por Don Pedro como a dos cuadras de Hoya del Caimito, nos pusimos a ver que tan graves fueron las heridas, pero eran todos rasguños, hubo una joven que se devolvió a irle a reclamar al hombre por el acto de barbarie que había cometido, pensé en acompañarla pero la joven se adelantó y se adelantó y al final desistí.


No pensaba tomar otra A después de aquel susto por lo que me fui a pie junto con un joven que era el que iba en la esquina donde se rompió el vidrio. Recorrimos toda Hoya del caimito, el se quedó por ahí y yo seguí sola. Llegué a casa, tomé un baño, cené y me dispuse a ocupar mi asiento frente a la televisión para ver mis series de los jueves, ni siquiera quise contárselo a mis padres y ya que a mi no me había pasado nada gracias a Dios, solo se lo conté a mi novio de ese entonces. Al final, no quedamos tan "pegaditos como anoche".

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Crónicas de mi avenida

Lo publiqué el miércoles, 4 de julio de 2007
Capítulo 1: El Intrépido


Mi casa estaba situada en La Milagrosa, una avenida muy pintoresca ya que no tenía salida, sin embargo era tan amplia que tenía dos carriles en cada vía y un parque en el centro. Era muy frecuentada por personas que deseaban ejercitarse caminado o en bicicletas y por aprendices de conductores. El INVI de Los Minas era un barrio aparentemente tranquilo, al menos era esa la impresión que tuvimos al mudarnos allí.

Durante muchas noches la avenida no gozaba de todo su esplendor gracias a los apagones frecuentes, cosa que representaba un peligro para los niños del barrio que todavía a esas horas deseábamos recrearnos en el parque, ya que muchos motoristas y pasoleros solían transitar esas vías a toda velocidad y sin luz. Uno de ellos era "El Intrépido", personaje desconocido al que llamaré por ese nombre ya que este católicamente cruzaba todas las noches como alma que lleva el diablo por el frente de mi casa en un Honda 70 sin luz y haciendo tremendo ruido(por lo visto tenía resonador). Los vecinos ya estábamos hastiados con esta situación. Mi Padre junto con Manuel el Pollero y Luis el del Colmado decidieron construir un policía acostado en frente de mi casa.

Esa noche al igual que todas las demás se fue la luz. A eso de las diez yo intentaba tomar un poco de fresco en la galería y disfrutar en mi Walkman de las celebres melodías del gran Robert Nesta Marley. De repente escuché el sonido del motor del intrépido que se acercaba velozmente. Aquella sensación sonora de velocidad fue interrumpida por el estruendo que provoca el metal chocando contra el pavimento. El intrépido había cruzado el obstáculo que encontró frente a mi casa pero su motocicleta no pudo hacerlo de la misma forma. Nuestro querido motociclista de la oscuridad cayó cual pollo gringo recién golpeado por la espalda, es decir, convulsionaba moviendo su pie izquierdo de forma acelerada.


Tanto los vecinos de al lado como el pendenciero que les narra salimos a socorrer a aquel infeliz. La vecina procedió a echarle agua luego de que lo ayudáramos a levantarse. El se negó a ser llevado al medico y tomo su motocicleta y se fue. Yo quedé asombrado por la hazaña de aquel astro de la velocidad pero más me sorprendí cuando al otro día en la mañana vi que parte del policía acostado había sido rota con un pico. De inmediato pensé: el intrépido no pudo haber quedado con tanta fuerza como para vengarse tan rápido. Pero el hecho de que el seguía frecuentando nuestras calles por las noches durante varias semanas más, con la misma velocidad y sin accidentes, me hizo pensar que si.

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El concierto de Claro

Lo publiqué el lunes, 2 de julio de 2007

Hoy estoy casi muerto
con un sueño del carajo
recién llegado al trabajo
después de un largo concierto.
Mas aun sigo despierto
pues tengo que trabajar
y además quiero postear
sobre el concierto de anoche
aunque no hubo tanto de derroche
de cosas para contar.

Wason abrió con romance,
Arjona nos hizo cantar,
puso pingüinos a sudar
y las mujeres quedaron en trance.
Después le dieron al chance
a Marc Anthony y su show
que nos compró con su flow
y cantando nos llevó a la gloria.
Luego el dúo de la historia
nos encendió con Dem Bow.

Mucho no puedo decir
simplemente lo gocé,
canté, grité y bailé
hasta el momento de partir.
Lo malo se puede resumir
en: desorden, calor y espera
vainas que quillan a cualquiera
pues el concierto era caro
por lo visto la gente de Claro
no son expertos en gozadera.

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Como Anoche (diario de un Peatón)

Lo publiqué el viernes, 29 de junio de 2007
Capítulo invitado – By Karavelita

Septiembre 2003


Sábado. Tenia una oficina personal en un apartamento estudio en la calle de la Clínica Independencia, lugar donde estuve desde 1997, casi hasta la fecha de hoy, pues me mudé a un apartamento más pequeño a finales del 2003, y he estado vagando por ahí, a pesar de que me casé y me mudé a otro lugar.


Esa noche, como todos los fines de semana, estaba compartiendo con mis amigos del barrio, degustando el sabor sin igual de un Juan Daniel, y escuchando los cadenciosos merengues de Manuel Alfonso Vásquez Familia, desde "La Faldita", "La Seca" (párteme), y los mas recientes hasta ese momento como "No hay mujeres feas".


Al momento que la lengua se ponía estropajosa y ya los relojes marcaban la hora de sacar pie, decidimos separarnos por esa noche y junto a uno de ellos, dirigimos nuestros pasos a la Av. Independencia frente al antiguo cine Lumiere.


Tomamos un biónico, no recuerdo el color, pues los efectos alucinantes del alcohol no me hacían distinguir un azul, de un negro.


Nos montamos los dos atrás, quedando yo en el medio, en un momento mi amigo me topa la pierna y me hace señas para que mire al acompañante fortuito del gentil vehiculo, yo mire y no vi nada extraño y le dije que todo estaba bien.


El chofer parecía un conductor de carro fúnebre, pues no abrió la boca en ningún momento y mucho menos encendió su radio Pioneer con bazucas en la parte de atrás.


Cuando llegamos al parque independencia, no muy grata sorpresa me lleve, que al desmontarme, el lado izquierdo de mi cuerpo, que incluía una camisita de jevito y un Jean claro comprado en la pulga, estaba empapado de sangre.


Si señor, el vecino en nuestra travesía parece que lo sonaron y bien sonao', pues estaba bañado en sangre, y me dio mi respectiva untada. En ese momento comprendí las señas que mi amigo me hacia, pero ya era tarde, tuve que auxiliarme de un chofer que estaba frente a la cafetería Petrus y con un galón de agua, resolví por el momento, y luego nos montamos en otro carrito, en el cual nos fuimos pegadito como anoche.

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Como anoche (diario de un peatón)

Lo publiqué el jueves, 28 de junio de 2007
Capitulo 10: Amistad.

Marzo 1999

Era viernes en la tarde. La cantidad de vehículos que transitaban por la vía multinombres (Autopista Duarte, John F. Kennedy, Expreso 5to. Centenario, Padre Castellanos ó 17, San Vicente de Paul) era inmensurable. Yo había tomado un ORMI (objeto rodante mal identificado) en la Lope de Vega esq. Kennedy, el cual iba tan lleno, que yo iba en la ventana del lado derecho al estilo Ace Ventura, es decir, con casi la mitad del cuerpo afuera. Luego de cruzar el elevado del Quinto, en el momento en el cual la radio del biónico comenzaba a tocar las gloriosas notas del Opus 47 de las sinfonías del celebre y afamado maestro José del Carmen Ramírez Lebrón, que se titula "Cachamba", alcance a ver a mi amigo Luis que iba caminando por la acera. A mi solo me quedaban 5 pesos, pero como era día 25, pensé: "Luis tiene que estar cobrao'", ya que el trabaja en el gobierno, por lo tanto no me importaba desmontarme.

Le pedí al chofer del carro público, que por cierto era un viejo moreno sesentón al cual le faltaban el short stop y el primera base de su boca, portaba una gorra roja al estilo de las Von Dutch que decía "Balaguer vuelve por ti!" y un T-Shirt Camel de los que regalaron cuando el ciclón George, que me dejara donde el pudiese. El me dejó donde quiso, pero de todas maneras pude encontrarme con Luis y le grite:


- Loco en que tu andas por aquí?
- Aquí que no he podido cambiar este maldito cheque! -me respondió el.

Mierquina!!!!! Que cuadro mas bello: Dos palomos, cinco pesos y como nueve kilómetros para llegar a Los Minas! Comenzamos a caminar. Luis empezó a contarme sobre las "maromas" que había hecho para intentar el chequecito aquel y al mismo tiempo nos recreábamos mirando la exhibición de carros viejos o mejor dicho el "tapón" que había en la 17. Aprovechamos los cinco pesos para comprar dos "agüitas" y el mismo numero de "yaboas". Las aceras estaban llenas de decenas de peatones que esperaban sus respectivos medios de transporte y una jauría de dominican terriers perseguía a una pobre perrita la que estaba en sus días fértiles, y que casi llegó hasta el puente huyendo.

Ese día descubrí no solo que son muchos los disparates de los que uno puede hablar caminando nueve kilómetros, sino también que un momento con tu mejor amigo vale más que el cheque aquel mas los cinco pesos. Llegamos a nuestras respectivas casas sin ningún cansancio y quizás más rápido que muchos pasajeros que en aquel tapón interminable iban "pegaditos como anoche".

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Como anoche (diario de un peatón)

Capítulo invitado – By Wilson Cabral

Agosto del 2005

Viernes por la tarde a eso de las 5:00 p.m. Acababa de caer un aguacero del carajo. Iba rumbo a la universidad APEC y tomé un carrito en la Padre Castellanos con Albert Thomas rumbo Quinto. Debo decir que para tomar un carro ahí, se debe hacer la seña correspondiente a la ruta para montarse, que en éste caso, es nada mas ni nada menos, enseñar la palma de la mano con los dedos extendidos formando el cinco (indicando el quinto), como si estuviera enseñando una paleta de votación de un festival de la canción cualquiera (imagínense la lucha que debe pasar una persona que le falte uno de los dedos de la mano o que tenga un dedo de más y pidiendo esa ruta, no consigue carro nunca).


Como era viernes social la vestimenta debía ser casual y listo para rumbear después de clases, así que me puse gelatina Alka en el pelo, perfume Kuorus, desodorante del deíto Deporte, un Polo Shirt casi Cristian Dior de una paca de mi tía, ella vendía ropa en la pulga. Era mas bien Cristian Pior, unos pantalones Nison, (Ni son largos, ni son cortos) y unos Conbel verdes (lo escribí asi porque tampoco eran originales, eran de la misma paca).


Se paró un carro con más colores que un diablo cojuelo en pleno carnaval: bompers rojos, las puertas azules, blancas y verde, la capota amarilla, el baúl color negro y el frente de color rojo vino. Estaba pintado con brocha. Me percate de la cantidad de pasajeros que había: cuatro en la parte trasera y uno adelante, sin contar el chofer.


Me senté en el asiento delantero del biónico y me percaté que el asiento no era para dos, parecía más bien para la mitad de uno, así que, cual sardinas obedientes, nos acotejamos. Me senté en posición fetal vertical, los pies encogido con la mano derecha fuera de la puerta, parecía una extremidad más del vehículo, de vez en cuando le servía al chofer como direccional derecha para entrar y salir de los tramos a la hora de dejar y recoger a alguien y evitar que nos den un golpe a la hora de cambiar de carril.


A la vez que escuchaba "Ojala que llueva café en el campo" de Juan Luis Guerra Seijas me iba dando un pase con el olor a gas que se escapaba del tanque del carro y que ya me estaba mareando. Antes de llegar a la Gómez nos detuvimos ante un tapón, cosa rara en Santo Domingo, lugar en donde no se va la luz y el dólar esta a la par con el peso (no me crean, es un sarcasmo, me los vacilé). La fila de vehículos del tramo a mi derecha avanzó mas rápido que en la vía donde estaba mi biónico y en ese instante pasó como "anima demonium portat" una banderita que cruzó sobre un charco de agua hedionda y sucia la cual me cayó toda encima. Solo pude exclamar como el borracho aquel: "¡Diaaaaaablo!". Estaba más mojado que "El Submarino Amarillo" de los Beatles.


Para colmo de los males nadie mas, en el carro donde yo viajaba, se había mojado. Solo yo. Y la maldita guagua se paró como a cincuenta metros de mí. Para colmo de los males yo tenía que apearme en ese instante. Imagínense, todo el mundo en la guagua me observaba con cara de pena y muertos de la risa.


Me desmonte lo mas calmado posible, dejé las risas de los pasajeros atrás, una doñita que iba en la parte trasera de mi biónico se compadecía diciendo: "Ay ombe, ta to mojao". Tenía ganas de entrarle a golpes al "descendiente directo en primer grado de una cortesana de dudosa moral" del chofer de aquel alma trote, pero en vez de eso hice lo que todo buen peatón haría, bajé de mi biónico, crucé la Kennedy y tomé otro carrito rumbo a mi casa. Un pasajero, esos que siempre aparece me hizo una de esas preguntas estúpidas: "Loco, ¿te mojaron?" tenía ganas de responderle: "No imbécil es que estoy menopáusico". Pero bueno, el pique no me dio para más que pagar dos pasajes para que nadie se pegara de mí y mojarlo. Me senté atrás, bien acurrucadito, como anoche…

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Como anoche (diario de un peatón)

Lo publiqué el miércoles, 27 de junio de 2007
Capítulo invitado – By Santuario

Agosto del 2001

La primera vez que escuché la expresión "Como anoche" era viernes y estaba en pleno inicio de mi vida adulta, libre tanto en lo económico como en cualquier otro sentido que pueda mencionar, parado en la 27 esquina Lincoln saliendo de mi oficina en la plaza frente al nacional, estaba muy lejos de mi casa en Barahona y de mi hogar temporal en sabana perdida, eran las 10 de la noche y solo había comido a las 12 del medio día en mismo supermercado cuyo plato del día alivianaba mi presupuesto, ya que en la capital todo lo tenia que medir para no quedarme sin dinero, en mi pueblo si tenia hambre y no tenia dinero solo llamaba a algún amigo y sin saludarlo ni por cortesía decía:


- Dile a tu mujer que voy a come pa' tu casa, quiero frito maduro y jugo!


En la gran urbe no podía darme ese lujo, pues si me quedaba sin dinero me jodía hasta que vuelva a cobrar. Gracias a Dios y aun conocido de Will nunca pasó, pues tenía un gran empleo, cobraba mucho más de lo que podía gastar, no tenía nada a que temer en ese momento, era joven buenmozo, inteligente y con el mundo por delante para pasarle por encima(según mis primas). Esa noche me paré como siempre cantando en mi mente Yellow de Coldplay, que era la canción del momento en mi gusto personal. Mientras la vida me sonreía, y mi labios tarareaban que todo brilla por ti, se para un moreno en mi espalda, no pienso nada malo y lo saludo.


Minutos después se para el carrito, no estaba destartalado como los que conchaban de día pero cuando me monté me dio un olor a mierda que no sabía si era del carro o del chofer con cara de ladrón que me miro raro. El moreno se sube después de mi. Ya dentro del carro supe que el olor no era más que el gas propano que movía el vehículo aunque en esos días los chóferes hacían huelgas por el alto costo de la gasolina. Desde la Lincoln hasta la Gómez se desmontaron los demás pasajeros pero, el moreno se quedó sentado como si anduviese conmigo. Le digo al chofer que me deje en la Gómez para seguir hasta Villa Mella, pero el chofer me dice que si quiero me puede llevar, que él si le pago dos pasajes el seguiría, yo? imagínate, le dije que sí. En eso vuelve y se llena el carrito, hay 4 pasajeros atrás pero el chofer quiere meter otro, yo lo miro y me dice: "pégate jevito, pégate como anoche!" Que vaina! Me pego hasta sentir la respiración de mi acompañante, que sonaba como una guagua vieja. Vuelve y queda vació el carrito y otra vez estamos solos los tres, el chofer, el moreno y yo. Entonces me llega como una cubeta de agua fría la noción de lo que me estaba pasando, ya no escuchaba la canción de Coldplay, ahora solo decía en mi mente: Ay mi madre!! Y ahora? Cuando llegamos a mitad del viaje se monta una viejita que vi como una salvación pero no llegó muy lejos.


- Me deja en le farmacia Karol chofer! -dice la vieja-


El moreno me mira con ojos pringones y pienso que hasta me van a violar. COÑO! El corazón se me quería salir por la boca, no podía ni respirar, cuando abrí la boca para decirle que me deje junto con la viejita el moreno de mi lado me dice:

-spasme askljkas carterashshhshshs

- Que!

- La cartera coño!
Entonces intenté abrir mi puerta pero adivinen………. sí! Estaba bloqueada, no tengo mas opciones que entregarle mi cartera, mi celular que era el equivalente al V3 de la época, pero el moreno tuvo la cortesía de devolvérmela vacía y desprenderme de un jalón que casi me rompe la muñeca otra vez el guillo de oro que había comprado juntando dinero por tres quincenas porque a la novia que entonces tenía, le gustaba. Después me dejaron ir sin más que un risotada en mi cara, como celebrando que me habían atracado de la forma más pendeja y vagabunda de la bolita el mundo. Me dejaron en medio de la calle sin un solo peso a las 11 de la noche, caminé como medio kilómetro para llegar hasta un cajero que había en un banco cercano al hecho y solo saque cien pesos para pagar el pasaje de esa noche, ni siquiera tenia la mínima idea de como conseguir un taxi ya que no tenia celular y a esa hora los que están en las calles no tiene cara de buena gente.

Después de divagar por un rato decido que no tengo más opciones que meterme en otro carrito, pero ahora no salude, estrellé la puerta y le pisé los pies al que estaba sentado antes que yo, para parecer un poco más capitaleño, llegué al Hiper Uno en una sola pieza, pero para ese momento estaba a punto de colapsar, me monto en el otro carro y me sentía un poco más seguro porque en él habían varias mujeres con caras de prostitutas que me sonrieron como si me quisieran invitar a sus casas a gastar el poco ánimo que me quedaba. Después de un rato el carro se quedo vació otra vez , comencé a temblar, blanco como un papel y frío como paleta llegué a la casa donde vivía con unos amigos, que tenían un FORD Mustang y los viernes se iban para la Lincoln a echar carreras.

Mientras caminaba el trayecto desde la calle hasta la casa oraba para que no me volvieran a atracar o un policía no me matara como mataron a un muchacho esa misma semana, después de mutilarlo en frente de su mamá y sus vecinos en plena luz del día y para que mi amigo estuviese en su casa, para que el Pitbull que tenía me dejara entrar, maldito perro!! Cuando Eric estaba en la casa no me dejaba tranquilo me lamía hasta los pies y se comía mis medias, pero si no estaba no me dejaba ni acercar a la verja. Después de muchos tormentos metales y tortura emocional en 2 minutos de acera llegué a la casa con la seguridad de haber sobrevivido a una aventura inesperada en un carrito publico apretadito, bien apretadito como anoche.

P.D.: No, no me violaron.

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